Aprovecho hoy, tras casi tres días en cama por culpa de la dichosa gripe, para escribir acerca de los inconvenientes de padecerla pero también de las ventajas que existen (sí, es cierto).
Vale, los inconvenientes son muchos y muy diversos. Por ejemplo y lo que más rabia me da es la dichosa sensación de inutilidad, de no poder hacer nada. Por no hablar de todo aquello que hay que aplazar, posponer incluso en algunos casos descartar. Por si fuera poco, en ocasiones hasta toca ir al médico.
A veces pensamos que nuestro entorno no podrá seguir sin nosotros, pero sí puede. Estar enfermo es un buen momento para darle al PAUSE desde el mando a distancia de nuestra vida y decir. Vale, ahora ya no puedo hacer más, voy a ver lo que he hecho hasta ahora y voy a pensar lo que quiero hacer cuando me recupere. Voy a replantear todo. Ya no hablo de listas ni de tareas ni de cualquier tipo de historias productivas, sino de un término completamente general.
Y es que hay que ver cada momento de la vida como algo positivo, aunque casi en su totalidad parezca negativo, siempre hay un punto al que darle la vuelta. Obtengámos de cualquier inconveniente una ventaja porque es rotundamente cierto el dicho de que «no hay mal que por bien no venga».